Todo se inició cuando se produjeron una serie de huelgas estudiantiles en numerosas universidades e institutos de París, seguidas de confrontaciones con la universidad y la policía. El intento de la administración de de Gaulle de ahogar las huelgas mediante una mayor carga policial sólo contribuyó a encender los ánimos de los estudiantes, que protagonizaron batallas campales contra la policía en el Barrio Latino y, posteriormente, una huelga general de estudiantes y huelgas diversas secundadas por diez millones de trabajadores en todo el territorio francés (dos tercios de los trabajadores franceses). Las protestas llegaron a un punto tal que De Gaulle disolvió la Asamblea Nacional y se celebraron elecciones parlamentarias anticipadas el 23 de junio de 1968.
El gobierno se encontraba al borde del colapso, pero la situación revolucionaria se evaporó tan rápido como había surgido. Los trabajadores, después de haber conseguido importantes mejoras salariales, volvieron al trabajo, a petición de la Confederación General del Trabajo, sindicato izquierdista, y del Partido Comunista Francés. Cuando se celebraron las elecciones, el partido gaullista emergióMuchos de los manifestantes asumieron causas de izquierdas, como el comunismo, el rechazo a la guerra de Vietnam, el anarquismo o el situacionismo. Muchos vieron los hechos como una oportunidad de cambiar la "vieja sociedad" en muchos de sus aspectos, como los métodos educativos y la libertad sexual.
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Mayo '68
Llegué a París en compañía del pintor Servideo López a un modesto hotel de la Rue Mazarin. Eran los primeros días del mes de Octubre de 1967. Los árboles habían perdido las hojas. Era el otoño. Me encontraba en pleno centro del Barrio Latino; sus calles con adoquines, sus panaderías y un bello mercado, y muy pronto, el invierno llegó.
En la esquina de la calle, se reunían los hippies con sus cantos, sus guitarras, sus grandes cabelleras desordenadas, descalzos, y con el eslogan: ¡Haz el amor, no la guerra! Y, la palabra ¡PAZ! estaba en sus labios y se hablaba del encuentro con la India, y las filosofías oriéntales nutrían a estos jóvenes que criticaban la sociedad de consumo.
Viví varios meses en esta calle. Lugar frecuentado, y residencia de los artistas venezolanos en los económicos hoteles de este barrio. Después me mudé a una buhardilla en la Rue Babylone. Ya los árboles lucían sus nuevas hojas y las flores abrían sus pétalos multicolores. Todo el mundo se preparaba a aprovechar y disfrutar los días asoleados y frescos. Había llegado la primavera…
Los meses fuertes de frío y de oscuridad ya habían pasado. Había visto caer la nieve y sentí una sensación nueva para mí. Iba a los museos, pintaba y tomaba vino y café con los demás artistas en los bohemios cafés parisinos. Los paseos al Parque Luxemburgo me hacían soñar y descubrir un mundo diferente. El jardín se engalanaba con bellas flores, y plantas de riquísimos y variados verdes, todo era un renacer; pero, pronto iba a ver, sentir, presenciar y descubrir el mes de Mayo.
El “Mayo '68 ”, el mes caliente de esta nueva primavera… y de repente lo que comenzó con manifestaciones en la Universidad de Nanterra, después, llega a París, y a otras ciudades francesas, y posteriormente, esa onda de protesta se expande por otros países. Ahora es la Universidad La Sorbona, el centro de las manifestaciones… en las noches se oían las bombas lacrimógenas y los adoquines son sacados de la calzada, cargados de recuerdos de tantas personas que habían pisado sobre ellos y, de hechos históricos que París había vivido en épocas pasadas… hay barricadas por todos lados, todos los días y todas las noches. Carros y cauchos quemados, los gases, el humo y la candela se expanden combinado con perfume de primavera. El otro día al amanecer, no son más que un montón de piezas calcinadas, al lado de árboles quemados y destruidos con restos de paradas de autobuses y quioscos, los cuales, hacen una pirámide de objetos arruinados e inservibles. ¡No es ficción, es una realidad!
Los estudiantes toman el Teatro Odeón, los obreros las fábricas, los artistas la Escuela de Artes, donde realizan afiches con textos de protesta y de gran calidad gráfica. París se llena de eslóganes y las paredes se convierten en espacios o pizarrones para que el pueblo los lea y reflexione. Era una manera de manifestarse y decir lo que se pensaba: “Las paredes tienen orejas, vuestras orejas tienen paredes”, “ La barricada cierra la calle pero abre camino”, “ Cambiar la vida; transformar la sociedad”, “Prohibido prohibir”, y miles de otros…sobre este último eslogan, años después , sociólogos, psicólogos y otras especialidades, han manifestado: que toda sociedad, tiene que tener sus prohibidos, porque sin ellos, se hace incontrolada , o mejor dicho: un gran desorden. Indudablemente que “El Mayo francés” formó parte de una gran utopía; la sociedad francesa fue diferente después de esa primavera. Se hablaba de Mao, y su revolución cultural y del Che…todo era un sueño… hubo conceptos que después cambiaron y evolucionaron a través de los años.
Pero regresemos a Saint- Germain- des Prés, o a San Michel. Los estudiantes siguen quemando, y destruyen lo que encuentran. El pelirrojo, David Cohn- Bendit es el líder y muchos otros. El filósofo, Herbert Marcause, es el padre espiritual y guía de los acontecimientos. Se habla de la “Nueva Izquierda”…Jean- Paul Sarte, habla y manifiesta su apoyo a los estudiantes y a la revuelta. Las banderas rojas ondean en todas las industrias, pero las máquinas están paradas. Es el gran paro nacional. Los obreros y trabajadores están con los estudiantes. Hay huelga general. No llega correos ni el cheque con la beca de Venezuela…nada funcionaba, pasan los días. Todo se cuestiona. La educación, las universidades, el arte, los museos, las galerías y su sistema comercial… el movimiento feminista gana protagonismo, el ecologismo, la libertad sexual, en la educación, el profesor que había estado distante del alumno baja de ese pedestal…
En Mayo, Charles de Gaulle se enfrentó a la mayor crisis con la gran huelga de estudiantes y trabajadores, y la protesta, sacude al gobierno…
A veces, viendo los toros desde lejos, saliendo cada mañana para ver lo que había pasado en el día y la noche anterior, y mi invariable menú de sardinas con papas, mantenido por varías semanas… la llegada de César Andrade me hizo cambiar la comida, ya que había traído algo de dinero de Venezuela… a veces, el resplandor rojizo de las llamas se veía a través de mi ventana, y nuestros ojos se irritaban por los gases que subían hasta el séptimo piso, a pesar, de que estábamos a setecientos metros del lugar. Los años han pasado, actualmente, en el Barrio Latino las calles no tienen adoquines, están ahí, escondidos por varios centímetros de asfalto. Ahí, quedaron como documentos vivénciales de un mes de primavera, de agite, de cuestionamientos, de heridos, de algunos muertos y de gritos de consignas. Era todo una crítica a lo social, a la sociedad apoltronada, a lo cultural, a la manera de vivir, al consumismo, ahí, están archivados, entre adoquines, todos los pensamientos y protestas de jóvenes estudiantes y obreros. Son las canciones de los Beatles, la voz de Joan Baez y de Bob Dylan, es la protesta contra la Guerra de Vietnan… han quedado huellas profundas de esos días en la memoria de muchas personas…
Y sólo queda en el recuerdo de muchos, y sobre todo, en Servideo López, César Andrade y mi persona, que tuvimos la oportunidad de ser testigos excepcionales, de una primavera parisina, con los cafetines cerrados, pleno de protestas en las calles sin adoquines, llenas de humo y fuego. Y nosotros presenciamos los acontecimientos con asombro, inquietud, susto e interés… El tiempo ha hecho su recorrido, hace ya 40 años, del Mayo Francés.
Esteban Castillo
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